De eso no se habla... esa fue una de las primeras criticas que recibio Raymond Chandler cuando se convirtio en guionista de Hollywood al darse cuenta que las ventas de su primera novela policial, "Adios, muñeca", no le permitian vivir dignamente de sus derechos de autor.
Como Chandler, no fueron pocos los guionistas a los cuales, para ser poeticos, la marea de la vida los arrojo a la siempre brillante orilla de un pais extraño, Hollywood Land, donde debieron lidiar con leyes que desconocian, inmensos estudios manipulados por hombres que se creian y, a su manera, eran reyes que podian levantar o destruir figuras solo moviendo su pulgar.
Esos magnates, expertos y astutos a la hora de hacer negocios, se encargaron de montar para el cine una fachada imponente dandole a sus actores un aire mitico del cual estos, en muchos casos, carecian, para hacerlo inventaron historias y se aseguraron que nadie se apartara -al menos entre la decada del veinte y la del cincuenta- del guion correspondiente, para hablar mal de sus principales estrellas.
Asi se impuso una ley mordaza, o ley del silencio, donde los trapitos sucios se lavaban en casa. Lo mismo sucede cuando se habla de animales en Hollywood: como es un gran negocio, nadie habla de los problemas que implica manejar animales y estos inconvenientes, normalmente, son soportados por tecnicos y actores que, agotados por el desempeño del actor-animal, suelen renunciar de manera ciclica.
Para evitar estos problemas, para conseguir animales de cine que realmente sepan cual es su lugar y desempeñen su trabajo de manera eficiente, existe una compañia llamada Fauna y accion. Fauna y accion esta compuesta por un equipo de halconeros, biologos, veterinarios y naturalists de campo que se dedican a criar y entrenar animales.
Los especialistas de Fauna y accion, que conocen las posibilidades de cada animal, asesoran constante y personalmente a cada cliente, para que el producto final sea el esperado.
Si desea saber más al respecto solo ingrese al sitio web de Fauna y accion: http://www.animalesparacine.com
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Asi se impuso una ley mordaza, o ley del silencio, donde los trapitos sucios se lavaban en casa. Lo mismo sucede cuando se habla de animales en Hollywood: como es un gran negocio, nadie habla de los problemas que implica manejar animales y estos inconvenientes, normalmente, son soportados por tecnicos y actores que, agotados por el desempeño del actor-animal, suelen renunciar de manera ciclica.
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